Desde el siglo XVIII y hasta la primera mitad del siglo XX, se produjo en Andilla una proliferación de la construcción de corrales de montaña, debido tanto al incremento de cabezas de ganado como al alejamiento de éste de los pueblos al centrarse el pastoreo en las zonas de monte.
Los corrales son construcciones que suelen presentar una morfología rectangular o cuadrangular, y cuyas características arquitectónicas coinciden con las habituales de la arquitectura vernácula de La Serranía. Constan de un espacio descubierto y otro cubierto de una altura con el tejado a un agua hacia el “descubierto”.
El corral del Santo, situado junto a la necrópolis ibérica de “El Carnoso”, había sido objeto de una lenta pero progresiva degradación por la falta de uso y mantenimiento, del paso del tiempo, de la acción antrópica y de las acciones meteorológicas.
La restauración de esta construcción ganadera ha tenido como objetivo principal dotar al edificio de un nuevo uso: servir como elemento auxiliar de apoyo a éste importante conjunto arqueológico.
El criterio general de la intervención se ha basado en la conservación y la recuperación de todos los elementos tanto funcionales como constructivos y estructurales que caracterizan tipológicamente este ejemplo de la arquitectura tradicional de La Serranía.