La propuesta museológica consistió en convertir la Torre dels Milà en un museo de sitio.

Para que el monumento pudiera ser observado desde el exterior (nivel inferior) a través del acceso principal se propuso colocar un paño de vidrio. Un logo de gran tamaño colocado sobre las hojas de esta puerta de acceso identificará el bien patrimonial.

Por otra parte, los diferentes elementos constructivos, los restos aparecidos de distintas épocas, los numerosos estratos reconocibles, se identificaron para ser mostrados y comprendidos. Para ello se diseñaron unas placas identificativas que señalaran el elemento a destacar y, en su caso, la fecha aproximada de su ejecución e incorporación al conjunto patrimonial.

En cuanto a los paneles informativos, se decidió reducirlos a los mínimos imprescindibles para comprender el uso y la historia del edificio que se visita. En ellos se explicara de forma gráfica y escrita la evolución histórico-constructiva de la torre, y por otro se incide en los aspectos constructivos y arquitectónicos de la misma, en los diferentes usos que ha tenido a lo largo de su dilatada historia y por último se explican los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo recientemente en el monumento.

Para la presentación del propio edificio como objeto museable y de los objetos y discursos expuestos en él, se tuvo en cuenta la heterogeneidad de los visitantes, por ello se recurrió a contenidos no especialmente científicos ni sobrecargados de explicaciones.